Francisco López Sacha: “mi gran pasión siempre ha sido escribir”.


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Francisco López Sacha (Manzanillo, 1950), escritor con una fina prosa, rehúye hablar de sus honores y prefiere hacerlo sobre sus libros, sobre todo del que actualmente escribe y que ya sobrepasa las 160 cuartillas de unas 300 o más que él supone tendrá esta novela, obra que vendrá a unirse a los 15 títulos ya publicados en diferentes editoriales cubanas y extranjeras, algunos de las cuales estarán a la venta en la actual fiesta del libro,  entre los que se destaca El más suave de todos los veranos (novela, Ediciones Cubanas de Artex) y Voy a escribir la eternidad (Editorial Letras Cubanas), Premio Alejo Carpentier, recientemente presentados en el Parque Histórico- Militar Morro-Cabaña, sede principal de la XXXII Feria Internacional del Libro de La Habana,.

Connotado narrador, ensayista y profesor de arte, a quien está dedicada —junto con la investigadora Isabel Monal— la actual fiesta del libro, Sacha es una de las figuras imprescindibles de las letras cubanas de entre milenios, condición que le ha valido numerosos lauros y reconocimientos, entre estos el haber recibido dos respectivas nominaciones al Premio Nacional de Literatura, la primera, en 1980, a la temprana edad de 30 años, y la última en el año 2018.

El más suave de todos los veranos expone una historia de amor, memorias y añoranzas que se remontan a los años finales de la etapa conocida como Período Especial registrada en la Mayor de las Antillas en la década de los años 90 del pasado siglo tras el derrumbe del Campo Socialista y en la que, como en casi toda su narrativa, junto con las relaciones románticas se entretejen aspectos relacionados con la vida social, la cultura y la historia; además de las elegantes y recurrentes escenas de erotismo.

Elegante en su oratoria, a López Sacha le gusta el diálogo fraterno, a veces controversial, y no solo sobre su quehacer literario, sino sobre cualquier tema de la historia, el arte, la literatura, el teatro, el cine, el magisterio y la contemporaneidad insular. En su memoria se registran grandes y pequeños acontecimientos universales que, con precisión enciclopédica, devienen memorables enseñanzas; condición que, unida a su fuerte y clara dicción, sin dudas garantizan el éxito de sus innumerables y periódicas conferencias, charlas, cursos y talleres impartidos en múltiples eventos teóricos, congresos, paneles y simposios a los que es  invitado a compartir sus conocimientos, igualmente llevados a institutos y centros de altos estudios de diferentes latitudes.

Entre estos últimos se destacan las universidades de Oxford, en el Reino Unido; de Poitiers, Francia; la Central, de Venezuela; la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); y la Veritas, de Costa Rica, entre otras; así como en el  Instituto Internacional de Teatro (ITT), de Praga; el Latinoamerican Youth Center, en Washington DC; las casas de las Américas de Madrid, Nueva York y La Habana, respectivamente, y otras muchas; amén de sus trascendentales registros como profesor en el Instituto Superior de Arte, del que casi fue fundador al incorporarse como docente un año después de su inauguración, y en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) de San Antonio de los Baños.

“Me inicié como profesor en el año 1961, cuando tenía 11 años de edad y me incorporé a la Campaña de Alfabetización en la Sierra Maestra y luego en mi natal Manzanillo. Posteriormente, mientras cursaba estudios en la Universidad de Oriente impartí cursos de estética. Pero mi gran pasión siempre ha sido escribir…”; dijo.

Enfatizó que empezó este oficio, al que disciplinadamente se incorpora al amanecer de cada día, “a partir del segundo año de mis estudios universitarios, entre 1970 y 1971. Entonces hacía artículos y críticas para varios periódicos de las diferentes provincias orientales, ejercicio que fue más frecuente, sobre todo en la crítica cinematográfica, luego de graduarme, en 1977, como Licenciado en Letras Hispánicas en la Universidad de Oriente, donde inicié mi vida laboral en la Sección de Cine. También hacía críticas literarias y en ese mismo año empecé a escribir ficción recreada en temas históricos, principalmente la lucha insurreccional en la Sierra Maestra, y comencé a redactar mi primer libro que concluí en 1979 titulado La división de las aguas”.

Sacha es acreedor, entre otros reconocimientos, de la Distinción por la Cultura Nacional (1994) y la medalla Alejo Carpentier (2021). En el año 2000 obtuvo el Premio Juan Rulfo (Francia) con Escuchando a Little Richard y en 2002 el Premio Alejo Carpentier con Dorado mundo.

Igualmente ganador de los premios Razón de Ser, Abril, La Rosa Blanca y La Gaceta de Cuba, desde muy joven Sacha se introdujo en el panorama literario insular, además, con cuentos de carácter épico y cotidiano, respectivamente; en tanto dio a conocer su novela El cumpleaños del fuego, “que narra el mundo del campesinado en la Sierra Maestra, historia en la que el principal protagonista es un bohío que posee sentimientos y emociones, y se establece una relación entre la madera (de esa vivienda) y el fuego, el cual finalmente lo consume”.

En diciembre de 1977 se radicó en La Habana, donde ha realizado la mayor parte de su obra (antologías, cuentos, novelas, ensayos). “Vine para la capital porque en esta existían las principales editoriales de todo el país y en esa época en Manzanillo no había alguna, aunque ahora sí, como la Orto, que posee prestigio. En 1983 comencé a publicar en esta ciudad que me ha acogido como un hijo auténtico”.

Desde el año 1999 López Sacha se desempeña como profesor de la EICTV, en las asignaturas de Pensamiento narrativo, primero, y luego en Guión cinematográfico y Adaptación de la literatura al cine, respectivamente, ha contribuido, mediante cursos regulares y por encuentros, a la formación de centenares de cineastas de diferentes partes del mundo, principalmente de Latinoamérica y Europa. Durante sus años como pedagogo en el ISA, donde estuvo hasta 1991, igualmente dio clases a educandos que hoy sobresalen como figuras de la televisión, el teatro y el cine, como Amado del Pino, Jacqueline Arenal, Luis Alberto García, Blanca Rosa Blanco, Osvaldo Doimeadiós, Carlos Díaz, Carlos Celdrán, Arturo Sotto y muchos más.

“Mis años como profesor en el ISA fueron extraordinariamente ricos, muy productivos. Escribí mucho y tuve la oportunidad de ponerme en contacto con mi propia generación que venía o se mudaba para La Habana con el interés principal de publicar sus obras”. Entre esos intelectuales muy cercanos a Sacha hasta la actualidad se encuentran Senel Paz (Fomento, Sancti Spíritus, 1950), Arturo Arango (Manzanillo, 1955) y Hugo Vergara (Bayamo, 1949).

Posteriormente trabajó como editor de la revista Letras Cubanas, “donde igualmente fui jefe de la redacción de Narrativa. En 1994 pasé a la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) primero como vicepresidente y luego presidente de la Asociación de Escritores.  Allí permanecí durante 13 años, y entonces me dediqué sólo a escribir y a la docencia. Durante esta etapa entré en contacto con la EICTV y para 1980 empecé a publicar en todas las revistas cubanas de literatura, cine, teatro, música y arte. Asimismo en esa década, se hizo más recurrente la publicación de mis libros, pues tenía mucha obra acumulada desde los años 70”, afirmó el también especialista en Teatrología y profesor fundador del Taller de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y del programa televisivo Universidad Para Todos.

Ha visitado numerosos países de casi todos los continentes, y ha publicado, además, otros valiosos libros, entre los que se destacan Descubrimiento del azul, (cuento, 1987), Análisis de la ternura (cuento, 1988), La nueva cuentística cubana (ensayo, 1994), Islas en el sol: antología del cuento cubano y dominicano (1999), Pastel flameante, (ensayo, 2006), Variaciones al arte de la fuga (cuento, 2011), y Prisionero del Rock and Roll (2017),  volumen en el que satisface su enorme afición por este género musical, en tanto hace derroche de sus conocimientos sobre música; género en el que desde adolescente explota de admiración por The Beatles, el célebre grupo de rock británico que él necesita cada día volver a sus canciones para crear sus obras literarias.

Tal es su pasión por esta banda que conoce, como pocos, sus más mínimos detalles, desde su creación en Liverpool durante los años 1960, hasta su disolución en 1970, así como de cada uno de sus integrantes: John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr. Es extraño que durante nuestros diarios encuentros no introduzca algún aspecto relacionado con esta histórica agrupación.

En 1994 vio la luz su libro titulado Fábula de ángeles, antología de nuevos narradores cubanos, y en 1996 La Isla Contada, el cuento cubano contemporáneo, que tuvo dos ediciones en España, y una en Portugal, Brasil e Italia, respectivamente; mientras que en 1997 apareció en México su antología personal Figuras en el lienzo, de la colección Rayuela Internacional, de la UNAM. Entre sus libros de ensayo figuran La nueva cuentística cubana (1994) y Ensayos en clave de sol (México, 2013).

Su novela Voy a escribir la eternidad, considerada por él como su obra más compleja, le tomó cerca de 30 años escribirla.  Merecido reconocimiento de la Feria del Libro de La Habana a este extraordinario intelectual.

 


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