En febrero de 1990, cuando Cuba vivía los difíciles momentos del Periodo Especial, Iraida Malberti y Carlos Alberto Cremata (Tim Cremata) se interpusieron a la circunstancias del momento con ánimo de hacer florecer el arte y nace entonces un gran espectáculo acuático titulado “Sinfonía para una Perla en Mar Mayor", creación que fue la génesis de la fundación de la agrupación, que poco tiempo después, se erigía en el panorama cultural de la mayor de las Antillas. Así nacía una agrupación infantil que propiciara la creación artística y el intercambio entre niños, una verdadera escuela, un espacio de reconocimiento del talento artístico.
Justamente el 14 de febrero, una fecha marcada por el amor y la amistad, nacía la compañía infantil La Colmenita, agrupación que desde su creación ha apostado por estrechar puentes de amistad y amor entre niños y diversas naciones del orbe. Desde entonces la agrupación ha sido escenario vital para el reconocimiento del talento de jóvenes artistas y cantera fundamental para la formación de nuevos rostros en el panorama escénico y musical del país. Una gran variedad de montajes y adaptaciones de clásicos de la literatura infantil, comenzaron a formar parte del repertorio de la naciente agrupación. Cada uno de los que formaban parte de la agrupación, sentían aquel espacio de creación como parte de su vida.
Carlos Cremata alternaba funciones a principios de los 90, como guía del naciente colectivo, y guionista y director artístico de una popular serie televisiva, con niños de 3, 4 y 5 años, que se llamó Cuando yo sea grande. Cremata, junto a su madre (directora de la serie) comenzaron a manejar la forma de intentar hacer con los niños de la serie, representaciones teatrales, o sea, cómo enfrentar a esos "niños de la televisión", al lenguaje -madre- del Teatro. Luego se sucedieron los estrenos de Humanoides -de Alexander Jmélik- y Fábula de un país de cera, -de Joel Cano- (una obra de este excelente dramaturgo joven cubano, que recreaba la vida y sueños de las Abejas), ambas en el Teatro Nacional de Guiñol.
Largo y exitoso ha sido el camino recorrido por La Colmenita en sus más de treinta años de existencia. Su constancia ha sido ejemplo y guía para la creación de otras agrupaciones en Cuba y otras latitudes del orbe, principalmente en la región latinoamericana, bajo los principios de contribuir a fomentar valores humanos a través de la creación artística, en especial el Teatro, la integración de niños/niñas y adolescentes, comunes y con necesidades educativas especiales al disfrute del arte y la búsqueda de la unidad de lo diverso y alcanzar su crecimiento personal, así como vincular la actuación teatral en los escenarios, con el trabajo comunitario en los lugares más diversos y apartados del país. Embajadora de buena voluntad de la UNICEF, la agrupación ha propiciado desarrollar el imaginario infantil y colectivo con lo mejor de la literatura universal y folklórica de los pueblos llevado a escena. Ella ha demostrado, con un enfoque interdisciplinario, como camino de la cultura, la síntesis de las artes escénicas: creatividad, música, canto, danza y actuación, concibiendo cada propuesta u montaje como un ajiaco en que se entrelazan todas las artes.
A treinta y un años de su nacimiento, La Colmenita sigue siendo un espacio vital de creación, y un laboratorio de investigación y búsqueda en las esencias de la cultura cubana. Al decir de su fundador y director, «el arte hecho por niños no puede tener las cosas de los adultos, tiene que darse por el placer martiano de compartir infancia, como si esta fuera una sola en el mundo y no hubiera fronteras. Eso, por suerte, lo hemos logrado completamente gratis, y creo que le da respuesta a la utopía de la estirpe humana, porque es como dijo Silvio (Rodríguez) la primera vez que vino a La Colmenita: “Me encanta este espacio porque aquí un ser humano se entrega a otro, ciento por ciento, sin prejuzgarlo”».
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