“Vi por sobre la yerba amarillenta erguirse, en torno al tronco negro de los pinos caídos, los racimos gozosos de los pinos nuevos”, sentencia de José Martí que hicieron viable en 1994 un grupo de argentinos identificados con Cuba y su cultura, para destacar a jóvenes escritores del momento y a tal empeño dieron en llamar Concurso Literario “Pinos Nuevos”, hoy referente en las letras cubanas más recientes. Con motivo de su 30 aniversario se realizó en el Centro Cultural Literario “Dulce María Loynaz” un panel con parte de los iniciadores y ganadores de la primera edición, al que tambien asistió Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto Cubano del Libro.
La mesa estuvo conformada por la editora Mercy Ruiz, y los escritores Basilia Papastamatiú, Bruno Enríquez, Jesús Losada y Laidy Fernández de Juan. Recuerdos y emociones caracterizaron las anécdotas y testimonios por ellos ofrecidos.
Desde Argentina, por medio de un audiovisual, Aurelio Narvaja, uno de esos hermanos gauchos al frente de quienes gestionaron y patrocinaron el evento, ofreció detalles de primera mano acerca de cómo se forjó la cita. Y fue mucho lo que hubo que hacer: búsqueda de donaciones monetarias, imprentas para los textos, etc. Vale destacar que todo el personal cubano convocado —editores, maquetadores, emplanadores, etc.—, trabajó gratis.
Anécdotas y testimonios en los 30 años de “Pinos Nuevos”.
Narró cómo se convocó a lo mejor de la intelectualidad cubana del momento para integrar el jurado: Roberto Fernández Retamar, Cintio Vitier, Fernando Martínez Heredia, Fina García Marrúz, Pablo Armando Fernández, Eliseo Diego, entre otros; dictaron justicia en los géneros poesía, narrativa infantil, científico-técnica y teatro, resultando premiados 100 jóvenes que conformarían la primera colección de Pinos Nuevos, diseñada por Raúl Martínez y presentada, primero, en la Feria del Libro de Buenos Aires y, luego en la Feria Internacional del Libro de La Habana.
En esa prístina legión estuvieron escritores como Zaida Capote, Omar Valiño, Edel Morales, Eduardo del Llano, la propia Laidy, entre otros jóvenes que, en el entonces, les resultaba difícil publicar —época de las famosas plaquettes— y que más tarde serían franja significativa de la nueva intelectualidad cubana. “Los Pinos Nuevos fueron una especie de oasis para aquellos jóvenes que no habían podido publicar y el inicio de una nueva generación de intelectuales”, comentó Mercy Ruiz.
El lauro abrió también zonas preteridas de la escritura como es la divulgación científica, de la cual el escritor y científico Bruno Enríquez alabó su inclusión en el premio, “fue una oportunidad de un valor extraordinario... se tuvo en cuenta que la ciencia es cultura”, dijo.
En el encuentro se realizó una muestra de varios de los títulos editados en la Colección Pinos Nuevos.
Fotos: Del autor
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