« Los fundadores de la NT nos legaron una obra exigente, personal, comprometida »


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El Periódico Cubarte  continúa  el homenaje a la Nueva Trova cubana y al Movimiento de la Nueva Trova por el aniversario 50 de la fundación de este, que comenzara a realizar en noviembre del año 2022, con la publicación semanal de entrevistas a trovadores de todas las generaciones y también a otros artistas, especialistas e intelectuales del país.

Dichas entrevistas han resultado un interesante compendio de recuerdos, ideas y valoraciones que todos los entrevistados han aportado en cada una de las conversaciones, las que tienen en común una admiración profunda por este popular y entrañable fenómeno estético.

Hoy les presentamos la conversación con Diego Gutiérrez (Ciego de Ávila, 1974), un cantautor cubano que en su trabajo mezcla elementos de la Nueva Trova, el pop latino, los diferentes géneros y ritmos cubanos, así como folk, World Music y rock.

Por su disco ¡Palante el Mambo!, producido en 2018, fue nominado en la 19ª Entrega Anual del Latin Grammy 2018, en la categoría Álbum de Fusión Tropical.

En 1997 fundó, junto a otros trovadores, el club de cantautores La Trovuntivitis, en El Mejunje, lugar emblemático de la ciudad de Santa Clara, del que surgiría una nueva generación de cantautores y su « Festival Longina», que se celebra cada año.

Ha sido invitado a compartir escenario en conciertos de cantautores como Frank Delgado, David Torrens, Santiago Feliú y Carlos Varela, entre otros. En sus discos han participado notables instrumentistas, los cuales han sumado sus diferentes géneros y conocimientos a la obra de este cantante y compositor.

Grabados en estudio tiene los álbumes: De cero (2006); ¡Palante el Mambo!, (2018); Piloto automático (2019), y Viaje al Centro de la Tierra (2021), y Diego Demasiado, del 2008 es un disco en vivo desde el Centro Pablo de la Torriente Brau, de La Habana.

Su primer recuerdo de la NT ¿llega junto a qué figura?

Es difícil hablar del primer recuerdo, pero puedo decir que en el tiempo se me confunden dos figuras en una, sin dudas de las más trascendentes de la canción cubana.

 

Y lo hacen de la forma más hermosa y útil que a mi entender puede hacerlo la música: primero, como deslumbramiento, después, como memoria, y por último, como nostalgia.

Específicamente en dos discos que sonaban a toda hora en mi hogar materno y paterno. Eran Unicornio de Silvio Rodríguez, y Años de Pablo Milanés.

La televisión, por entonces era todavía, o lo era en mi casa, un pretexto para compartir en familia; recuerdo un día en que mi madre dijo que alguien había cantado una canción, en la TV que la había deslumbrado, era: «Acuérdate de abril», de Amaury Pérez Vidal, y vaticinó que aquel flaco jovencito llegaría lejos.

Desde entonces yo no me perdía ningún programa que presentara a aquellos tipos con sonoros nombres como Noel Nicola, Vicente Feliú, Augusto Blanca. Recuerdo que dejaba hasta de comer para sentarme lo más cerca posible de la tele, para no perderme ni una sílaba de sus canciones.

¿Cuándo reconoció que quería ser trovador?  

Yo cantaba las canciones de la Nueva Trova desde que estaba en Secundaria, me las enseñaban mis hermanos. En la escuela cantaba en todos los actos y en los festivales de mi pueblo aquellos temas, que ya, desgraciadamente, se usaban al por mayor en actos políticos; supongo que ese hecho afectó de alguna manera la percepción algo unilateral que se tiene generalmente del Movimiento de la Nueva Trova.

Yo no quería, ni siquiera lo había pensado, hacerme trovador, hasta mucho más tarde, ya en la Universidad, que decidí probar suerte y empezar a escribir mis propias canciones.

¿En ese momento a quién se quería parecer?      

Era inevitable por su influencia en mí, y hasta por nuestros timbres parecidos, que me quisiera parecer en los primeros tiempos a Silvio Rodríguez. Después tendría otros héroes y vendrían otras influencias.

¿Es de este trovador de quién reconoce mayores influencias en su obra? 

Siempre digo que tengo muchas influencias de la NT y de los trovadores, pero que no son las únicas. En mi hogar también se escuchaba mucha trova tradicional, el Septeto Ignacio Piñeiro, el Trío Matamoros, María Teresa Vera y Lorenzo Hierrezuelo… Como dije, fueron las canciones de la NT, unidas a esta música tradicional cubana, y a las canciones internacionales de moda en esa época, las que fueron conformando mi gusto, y después se verían en mi forma de componer. Indudablemente Silvio, Pablo, Santiago Feliú, Carlos Varela, Frank Delgado y Gerardo Alfonso influyeron decisivamente en mi formación.

 ¿Qué recuerdos guarda de Pablo Milanés?

Mis recuerdos de Pablo Milanés están indisolublemente ligados a mi madre, que lo adoraba. La calidez de su voz, su cubanía al cantar y componer, su proyección escénica entrañable, todo eso me atrajo desde el principio. Mi madre solía decir que él decía todo lo que ella hubiera querido decir. ¡Qué mejor memoria para atesorar!

¿Usted cree que los fundadores de la NT « enseñaron a pensar» a los jóvenes cubanos?

Creo que se ha sobrevalorado muchas veces la función de pensar en las canciones de la NT, y se suele pasar por alto su belleza, su ternura, sus desgarramientos y su juego también. Creo que la canción se siente, en las tripas, por decirlo así, y te acompaña y te ayuda a vivir.

Ellos las pensaron, las sufrieron y las disfrutaron mientras las hacían para que tuviéramos una experiencia estética, para que compartiéramos sus vivencias, que por demás son las vivencias más o menos de todos; para ayudarnos a pasar los días vacíos y las horas muertas, en fin, para vivirlas.

A pensar aprendemos con el tiempo y con la vida, algo en la escuela y mucho en la familia. Los fundadores de la NT nos legaron una obra exigente, personal, comprometida con el espíritu de su época, también para que la cuestionáramos llegado el momento y que la negáramos si era preciso.

¿Cuál considera es el aporte fundamental de la NT a la historia de la música cubana?

Pienso que su aporte fundamental, al menos para mí (no puedo valorar en la historia de la música cubana), es enseñarme a no ocultarme detrás de las palabras para hacer una canción, a ponerme en juego, a exponerme, a huir de los lugares comunes, a tratar de cambiarlo todo, a pesar de saber de antemano que es imposible.

Me aportó su falta de prejuicios al jugar con la música, con sus géneros, a acompañar y hacer arreglos a través de la guitarra. Me dicen todos los días que no hay temas prohibidos, ni palabras tabú, ni política correcta.

Creo que ha sido una forma muy singular y personal de afrontar la canción, la música y la poesía, y de interpretarla tanto para públicos pequeños, casi familiares, como para grandes multitudes. Y nos ha ayudado a crecer como personas, como artistas y como cubanos. A mi entender lo que hace perdurable a la NT es su capacidad de transformación, de fecundación y de renovación que nace precisamente de sus orígenes.

 


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