Silvina viva en el recuerdo


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El último día de marzo, antecediendo abril, pasó a la dimensión de los eternos una figura imborrable dentro de la cultura folklórica de Cuba. Monumento de mujer criolla, custodia de toda la riqueza tradicional de la danza sobre todo de la región oriental de Cuba que la viera nacer, Silvina Fabars Gillals dejó el plano material dejando un vacío que difícilmente pueda ser cubierto en mucho tiempo.

Hija del combativo Realengo 18, su vida y su obra sin dudas pueden servir de ejemplo no solo para quienes vienen al mundo con el sello del arte para expandirlo a sus congéneres, sino para brindad conocimiento y felicidad a quienes estuvieron cerca de su imantante personalidad, su presencia de escultura de ébano, su gracia con solo verla caminar o realizar un simple movimiento de sus manos, o dar una corrección en una clase de danza en su magistral decir con su voz enronquecida por un fatal accidente que cambió su vida profesional para llevarla de cantante folklórica a primera bailarina todo terreno.

Como la Cebrita, junto a Manolo Micler en Rumbas y Comparsas.

La danza no tuvo secretos para ella y no escatimó en proyectarlos a sus alumnos y compañeros del amplio mundo del folklor; sobre todo de la zona oriental de la Isla. Fue una enciclopedia del folklore danzario cubano, en sus más de 60 años entregados al arte folklórico, no solo por todo el territorio nacional sino también por Europa, América y el resto del mundo, en talleres de divulgación de nuestra danza y con su talento interpretativo, desde la simpática cebrita de Rumbas y comparsas que interpretara con su compañía de siempre, el Conjunto Folklórico Nacional de quien fue primera bailarina y donde recibió el Premio Nacional de Danza en 2014, o sus interpretaciones de los orishas yorubas, en especial como intérprete de Oshún u Oyá.

Estuve muy cercano a Silvina como artista y como mujer, completamente entregada a su país y a servir a su cultura… y pudiera hablar de ella y de su obra. Pero confieso que las palabras se me acumulan en la mente y no logro organizarlas para exponerlas en un artículo como este u otro similar. Quedará mucho tiempo en que nos acerquemos a su maestría como bailarina, como profesora, como tallerista, o simplemente como cubana hermosa, representante de su historia y de su entorno, de su Santiago y de su historia.

La danza no tuvo secretos para ella y no escatimó en proyectarlos a sus alumnos y compañeros del amplio mundo del folklor.

Seres como tú, Silvina, han venido a dar luz a la vida común. Verte caminar es un placer infinito… y bailar una experiencia suprema. Así te recordaré, diosa viviente, elegancia y estilo toda tú por siempre.

 


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